Redes sociales: ¿El fin del libre albedrío?
- Maciel Sánchez
- 20 mar 2023
- 4 Min. de lectura

Actualmente, las nuevas tecnologías forman parte importante de nuestra vida diaria. Es increíble la cantidad de información a la que tenemos acceso a tan solo un clic de distancia, y las redes sociales dejaron atrás los típicos obstáculos para la comunicación como el lugar o el tiempo. No obstante, es importante preguntarnos de vez en cuando ¿en qué grado influyen en nuestro pensamiento? Si no tuviéramos acceso a ellas, ¿qué tan diferente sería nuestro comportamiento?
Escribe: Dánika Wong
Múltiples aspectos son considerados a la hora de diseñar una red social. Debido a que estas son, en su mayoría, gratuitas para quienes quieran usarlas, sus ganancias provienen casi netamente de los pagos por publicidad. Desde Eco I se nos enseña que el objetivo de una firma es maximizar sus beneficios, y la forma en la que las pertenecientes a esta industria lo logran es vendiendo la atención de sus consumidores. “La atención representa la moneda de cambio en un mundo donde abunda la información y las necesidades humanas para obtenerla” (Torres, 2019). Sin embargo, dichas empresas se encuentran en un rubro muy competitivo, y cada vez es más difícil captar la atención de un usuario: es ahí donde comienzan a buscar nuevos métodos para conseguir un poco de dicha atención, y sacarle el jugo a esta.
Para obtener la valiosa atención del usuario, los desarrolladores de redes sociales toman en cuenta la psicología de este. Además, se utilizan mecanismos que involucran a Inteligencias Artificiales (IA): los algoritmos. Estos son creados para aprender de los consumidores, y mostrarles, en el futuro, contenido que se ajusta a las características de estos. Sin embargo, es importante reflexionar acerca de cómo los dichosos algoritmos afectan nuestra forma de ver el mundo y desarrollarnos en él.
Quisiera poner de ejemplo el caso del famoso basquetbolista de la NBA, Kyrie Irvirng. En el 2017, desató polémica y fue objeto de burlas por declarar que la Tierra era plana (The New York Times, 2018). Un año después, se disculpó públicamente. Afirmó que, por aburrimiento, había comenzado a revisar publicaciones y videos terraplanistas en Instagram y Youtube, y dado que dichos medios le seguían recomendando consumir más de este contenido, terminó por obsesionarse y convencerse de que la Tierra efectivamente no era redonda, algo que le habían enseñado en la escuela primaria. Este ejemplo puede dar risa, pero refuerza el punto al que quiero llegar: los algoritmos son tan poderosos que pueden persuadir a una persona “normal” de que, incluso una idea que a muchos les pudiera parecer ridícula, es verdadera.
El darle “me divierte” a un meme, el retwittear un post, e incluso el simple hecho de ingresar a una página de venta de ropa en Instagram les da más información a los algoritmos sobre quién soy yo, y qué quiero. El sistema me comprende, sabe qué siento, y conoce mis inseguridades y miedos. Toda esa información la almacena para darme una experiencia totalmente personalizada sobre el contenido que consumo en Internet, y, como ya vimos, puede cambiar la forma en la que imagino, percibo y entiendo lo que me rodea.
Ahora bien, uno podría pensar que yo puedo elegir seguir consumiendo cierto tipo de contenido, y que así el efecto de este en mí no existiría. Sin embargo, ¿esto es realmente cierto? Para resolver esta duda, revisaremos un poco de teoría del conductismo. Hace mucho tiempo, en 1953, Skinner propuso el “sistema de recompensa variable”, cuando investigó cómo el comportamiento de un ratón cambiaba según la forma en la que se le daba comida (recompensa): si al ratón se le daba comida cuando este accionaba una palanca ubicada en su jaula o en intervalos fijos de tiempo, eventualmente perdía interés en la recompensa. En cambio, cuando se la daban sin patrón alguno, el ratón se mostraba atento y ansioso por saber cuándo caería la recompensa en su jaula. Un comportamiento similar se ve en los ludópatas: por la incertidumbre de no saber cuándo se va a ganar, pero sabiendo que existe la posibilidad de ello, es que se genera la adicción al juego. Mucho más tarde se descubrió que dicho comportamiento está asociado a la segregación de un neurotransmisor llamado dopamina, que incita al individuo a buscar su “recompensa” por el placer que le genera el finalmente conseguirla en una situación de incertidumbre. Si lo aplicamos al entorno de redes sociales, podríamos encontrar un símil en su sistema de notificaciones: nos encontramos a la expectativa de ellas, esperando a que la app nos muestre algo interesante, excitante.
Por estas razones, soy consciente de que por más poder de decisión que tenga sobre las publicaciones o videos que veo en Facebook, Instagram o Youtube, estas redes sociales seguramente han influido en mi perspectiva y comportamiento, para bien o para mal. Nuestra generación es de las primeras que ha tenido que convivir con estas herramientas desde pequeños, y pese a que no podamos controlar totalmente el efecto de los algoritmos sobre nosotros, creo que siempre es bueno estar alertas a lo que vemos en los medios y reconocer este tipo de tecnologías persuasivas.
Bibliografía:
Skinner, B. (1953). HUMANA (Una psicología científica) Barcelona 1971. Ciencia Y Conducta Humana, 1–402.
Sopan Deb, "Kyrie Irving Doesn’t Know if the Earth Is Round or Flat. He Does Want to Discuss It." New York Times, June 8, 2018. https://www.nytimes.com/2018/06/08/movies/kyrie-irving-nba-celtics-earth.html
Torres, L. (2021). Distorsión de la percepción pública en redes sociales: algoritmos , bots y fake news ., (May).
Comments