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La música, arquitecta de la vida

  • Rubén Condori
  • 18 may 2024
  • 4 Min. de lectura

Escribe: Rubén A. Condori Tolentino

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Mientras hacía scroll en Instagram, escuché una frase en uno de los reels  que se quedó grabada en la mente y que quisiera compartirles: 


“Si el arte, los cuadros, se encargan de embellecer lo que ocupamos en el espacio en todas sus formas, ¿no es acaso la música la encargada de embellecer lo que pasamos en el tiempo?”


Embellecer es un término bastante relativo y, para entenderlo, deberíamos definir qué es lo bello, lo agradable, la estética. Sin embargo, creo que la música no se debe restringir a embellecer como paradigma final. La música es una muestra de arte y todo lo que eso conlleva. El arte es posible sin belleza, pero no se puede desasociar de la estética, siendo el arte creado con el propósito de encarnar significados. 


Si es así, entonces, ¿qué hace la música? Creo firmemente que la música, más que ser un simple añadido, es una influencia directa en la vida de las personas, impactando en cada aspecto del ser humano. Para poder ahondar en ello, veremos el impacto en 3 distintas facetas de la persona: Física, social y emocional o espiritual.


Partamos con el aspecto físico, el cual resulta muy beneficiada con el aporte de la música en el día a día de la persona. Por ejemplo, escuchar o interpretar música activa diferentes áreas del cerebro de manera sincronizada y en tiempo real. Esto puede mejorar la salud cerebral y el bienestar mental. Además, escuchar música podría mejorar en un grado menor la latencia de inicio, la duración y la eficiencia del sueño. Es clave mencionar el concepto de musicoterapia, que si bien es cierto no es un beneficio implícito de la música, es una muestra de lo que el ser humano ha conseguido con su aplicación para el tratamiento de distintas enfermedades. Entre estas posibles aplicaciones, tenemos la regulación de la respiración y latidos del corazón, esto debido a que se reduce la presión arterial y provoca una mejor circulación de la sangre. Lo que más llama la atención es su aplicación para la rehabilitación física, donde se fomenta la reeducación motora, que de manera implícita se utiliza para la práctica de deportes o la danza. En fin, no existen pruebas de efectos negativos de la música en el cuerpo, a menos que sea por contaminación sonora al escuchar una canción a volumen exorbitante, pero eso ya es fuera de la música en sí.


Por otro lado, la música, al estar intrínsecamente relacionada con el arte, también funciona como una herramienta para representar ideas o sensaciones. La música, por bastantes siglos dentro de la historia de la humanidad, ha servido como un lenguaje universal para poder comunicar nuevas tendencias de pensamiento. Al pensar en esto, nos podemos olvidar de “We are the World”, una canción que juntó a 43 artistas de talla mundial para que todo lo recaudado fuera donado a una campaña humanitaria para combatir la hambruna en Etiopía. Un paralelismo se puede hacer con Residente, cuyas canciones sirven como medio de protesta frente al panorama latinoamericano (canciones como “Latinoamérica” y “El Aguante”). En adición a ello, la música también es una gran herramienta para la educación, siendo esta casi indispensable en cada etapa de la vida: desde kinder o inicial hasta egresados de educación superior. De hecho, esto puede verse reflejado con mayor notoriedad para la inclusión de personas con necesidades distintas en la sociedad. Por ejemplo, los tratamientos para personas con autismo suelen tener un componente musical muy importante. Esto mismo pasa con pacientes de TDAH, donde la música es una vía para fortalecer sus habilidades sociales para poder adaptarse de mejor manera a su entorno.


Finalmente, nos encontramos en el origen de la gran mayoría de beneficios. ¿Qué impacto genera la música a nivel emocional o espiritual? La música que escucha una persona suele funcionar como un reflejo de sus propias actitudes o de su filosofía de vida. Inclusive, es muy importante precisar de qué es la música es capaz de reforzar esas ideologías individuales al reconfirmar su identidad. También es crucial saber todos los beneficios que nos brinda la música en nuestra salud mental al ser una herramienta idónea para lidiar con el estrés, ansiedad, depresión y nuestro estado de ánimo. Reconozcamos también que uno puede cambiar su perspectiva con respecto a una actividad a realizar (o situación a la que uno esté expuesto) a propósito empleando música. Esto se da debido a la segregación de dopamina u otras hormonas dependiendo lo que uno escuche. En consecuencia, se modifica el cómo se recuerda un hecho o recuerdo según se haya o no asociado a ello una canción que la circunscribe. Estamos hablando de una capacidad de influir en tu propia percepción de la realidad.


En conclusión, la música no se queda como un actor pasivo frente a lo que nos pasa en la vida. Por el contrario, es y puede ser usado como un factor de influencia para el desarrollo de la misma. Desde lo físico hasta lo espiritual, y desde lo personal a lo social. Por ende, la música es una herramienta poderosísima que se ha ido desarrollando hasta este punto y ha ido avanzando junto a nosotros. Muchos subestiman el poder que puede tener un cantante con una guitarra, un micrófono y una grabadora de costo bajo; pero ahora, con toda la tecnología que existe, los límites no existen a simple vista. La música no es un embellecedor, literalmente, es una arquitecta de la vida.


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